Lienzo pintado en algún punto entre 1604 y 1614, por El Greco. Se trata de uno de los primeros paisajes al óleo de la historia, ya que previo al Renacimiento no existía el género como tal. Aunque a simple vista no muestra un gran detalle ni las figuras iluminadas en el horizonte, a las que el ojo occidental actual está acostumbrado, la obra se considera genial, especialmente en el logro del cielo y los altos contrastes utilizados para representarlo.