Impresionismo
El impresionismo es un estilo pictórico que se origina en Francia, en la segunda mitad del siglo XIX. Se caracteriza por su persistente experimentación con la iluminación (similar al luminismo). El manejo de la luz se considera como un factor crucial para alcanzar belleza y balance en la pintura.
Los cuadros impresionistas se construyen técnicamente a partir de manchas bastas de colores, las cuales actúan como puntos de una policromía más amplia, que es la obra en sí. Por ello, al observar los lienzos es necesario tomar cierta distancia, para que aparezcan las luces sombras y figuras.
Contexto histórico del arte impresionista
La aparición del impresionismo ocurre como consecuencia de un cambio social importantísimo; durante finales del siglo XVIII y la primera mitad del siglo XIX, suceden las transformaciones siguientes: revolución industrial, revolución francesa, imperio de Napoleón, restauración de los movimientos sociales y las reformas burguesas. La filosofía Racionalista del siglo de las luces, se desvanece junto al Romanticismo, atrás queda la estilística donde el sentimiento, la imaginación y las pasiones gobiernan las artes. Ahora las ideas nacionalistas y socialistas tiñen el pensamiento colectivo.
Ya en la segunda mitad del siglo XIX (época en la que nace el impresionismo), se produce un crecimiento económico en Europa. La intensificación del comercio y el progreso técnico lleva a la consolidación de la burguesía. Las clases sociales se reorganizan y los dirigentes socialistas de toda Europa se reúnen para hablar de aquellos cambios. La filosofía de entonces es positivista y realista, donde se prueban las cosas y se exige la transformación del mundo. El arte cambiaba en conjunto con la sociedad.
Origen del nombre
En 1874 se organiza la primera exhibición de un grupo de jóvenes pintores, en la "Société Anonyme Coopérative des Artistes, Peintres, Sculpteurs, Graveurs", París. En esta exhibición el estilo artístico impresionista se nombra por la famosa obra de arte “Impresión” (1874), de Claude Monet.
Naturaleza del estilo
El estilo se clasifica como la primera ruptura del proceso que desembocaría en el arte moderno. En los cuadros de los inicios del siglo XIX, no se valoraban los paisajes ni los bodegones, por lo tanto el impresionismo, no sólo abre los ojos del espectador a la técnica, sino que también a la variedad de formas y la captura de paisajes cotidianos vistos desde las más ingeniosas perspectivas. Los colores son puros, poco mezclados y se conjugan en formas de un naturalismo extremo. Las pautas que consuman esta tendencia son: el movimiento del paisaje, la naturalidad de las formas y la pureza.
Pintores impresionistas
Lo que une a estos genios de la pintura es la intención de reproducir escenas de la vida diaria de un modo creativo. En la mayoría de ocasiones se pueden distinguir claramente por su estética, imágenes desenfocadas y obras de apariencia inacabada.
Entre los artistas impresionistas más famosos se encuentran (orden cronológico):
- Camille Pissarro (1830-1903).
- Édouard Manet (1832-1883).
- Edgar Degas (1834-1917).
- Alfred Sisley (1839-1899).
- Paul Cézanne (1839-1906).
- Claude Monet (1840-1926).
- Jean-Frédéric Bazille (1841-1870).
- Pierre-Auguste Renoir (1841-1919).
- Berthe Morisot (1841-1895).
- Mary Cassatt (1844-1926).
- Gustave Caillebotte (1848-1894).
Estos pintores han demostrado que se pueden crear arte mirando lo mismo de distintas maneras, en lugar de buscar un paisaje u objeto diferente cada vez. De esta manera respondían a la polémica social del momento: Se puede crear un orden para todos por igual, pidiendo a cada grupo social su colaboración, en lugar de que el poder pase de un grupo político a otro.
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